Pestañas

lunes, 31 de marzo de 2014

Devoción popular

Me pregunto qué siente el alma para que al acercarse siquiera dé un brinco de emoción. Me gustaría dar explicación a qué miran mis ojos al alzar la cabeza a donde Tú estás.
No entiendo nada en absoluto. Es iracional el porqué no haberte conocido jamás y sin embargo con la primera mirada que me distes, me encarcelastes en Ti.
Cárcel dulce y amarga al mismo tiempo es este sentimiento que surge. Es indescriptible, las palabras pese a su complejidad anciana nunca podrán abarcar tanto sentir.

Nunca te vi y sin embargo me enamorastes. No dijistes nada, sólo me mirastes. Agradecerte únicamente puedo el milagro que obrastes.

Llegó el día en acercarme a tí y mi amor depositarte, pero no pude siquiere acariciarte. Llegué con los nervios del niño que no controla sus rodillas, intenté mirarte y en tus manos un beso depositarte.
Maldito fui que no llegué ni a tocarte pues el corazón me dio un vuelco y me empujó hacia mí.
Maldito me repetí, pero bendito por tus ojos fui.

Présteme hermana su velo bordado, pues al Cristo ensangrentado, dos lágrimas, de los ojos le han brotado.

Me faltan las palabras. No sé si le veo ya siquiera. Le noto allí, lejos de la luz de mi vela, lejos y apagado por el incensario. Le noto triste y apenado, será por el recuerdo de tal trance o lo que ve por nuestras calles. No obstante da un paso al frente. Quiere llegar a todos y yo por supuesto soy su cómplice.

¿No miran a la Simpecado? Se apaga por el daño que le hacen a su corazón plateado.

Heridos estamos todos los que siguen su andar. Ni el agua alivia la herida abierta.
"El pan nuestro de cada día, y Salud que nunca falte Señor"
Nada más.

domingo, 9 de febrero de 2014

Las ideas claras

Nunca sé muy bien cómo empezar. Pero sé qué finalidad quiero conseguir con esta entrada: que el cofrade cacereño sea cada vez más crítico.
Ya en la sociedad cofrade cacereña, en constante crecimiento, se empieza a volver a vislumbrar una nueva generación crítica y con ganas de reformar esta tradición que hemos heredado. Hay quienes incorporan nuevos estilos a nuestras hermandades, quienes pretenden difundir nuestra Semana Mayor o aquellos que meten vida a las Cofradías y las convierten en Hermandades, pues vuelvo a insistir: una cofradía no es una hermandad, la hermandad es el conjunto de hermanos que lo son todo el año y la cofradía es el que llega con la túnica cada Día Santo y saca el paso que le toca.
Esto último los más jóvenes quieren hacérselo ver a los mayores que se dan de entendidos (en ocasiones sólo aparentemente) de la historia y tradición de la Semana Santa cacereña.
Si bien el espíritu reformador del que os hablo no está muy claro. Hay quienes creen que debe consistir en originalidad llegando al punto de ser estridentes y de mal gusto las ideas "originales" que bien podrían acabar en un museo de la famosa Lady Gaga. Los hay también que piensan que lo nuestro no es bueno y se fijan en otros lugares perdiendo nuestras señas de identidad sólo por el ansia de envidiar lo de fuera. Si bien este fenómeno se ha dado siempre no sólo en Cáceres sino en toda España, hay que saber qué línea es la que separa lo que es bueno para nuestras hermandades y qué hace que perdamos nuestra seña de identidad. Desde mi punto de vista creo que se distinguen dos tipos de cofrades en este sentido, el sevillano que se emociona con Tres Caídas o con el revirar de la Macarena y el medieval que pretende cambiar terciopelos bordados por saco y velones en forma de cucurucho o el angelito patrocinado por Roso o Pirámide.
Si bien no creo que sea bueno ni uno ni el otro, pienso que la virtud está en el medio, en la Soledad con manto bordado y bajo palio y una esquila anunciando el Entierro fúnebre de Jesús por los adarves.
Tristeza me da ver imágenes antiguas donde los estandartes estaban bordados con gusto y María vestida de reina o hebrea con arte. Sin embargo ahora se opta por bordados industriales, centros florales más propios de la boda de Rihana que de un paso de Semana Santa y velas apagadas compradas la tarde anterior en el bazar Rafa y Nieves.
Otro aspecto que las nuevas generaciones tienen claro que debe ser erradicado es la rivalidad entre corporaciones, se supone que todos somos hermanos en Jesús y no odiarnos por que el tuyo sea de un determinado gremio y el mío de un pasaje del vía crucis. Esto sólo genera más problemas a los que ya existen.
Y es este el principal problema de nuestra Semana Santa, una Hermandad sólo origina quebraderos de cabeza, protocolarios, económicos y ya no hablamos de los internos de la DesUnión cofrade. Una hermandad debería asegurar el disfrute de los hermanos en Semana Santa, ver a su imagen querida como si hubiera bajado del Cielo y vivir todo el año bajo el mandato más importante que nos dejó Jesús en el triduo pascual: amarnos los unos a los otros.
Si bien espero que dentro de poco, tanto jóvenes y sus inquietudes como mayores y su sabiduría trabajen bajo una misma dirección, engrandecer nuestra Semana Santa, no sólo para gozo del turista sino para gloria de Dios.

lunes, 27 de enero de 2014

Cartela Hermandad de la Salud

Os presento una lámina realizada para la Hermandad de la Salud de Cáceres.
Se trata de una cartela realizada en carboncillo y grafito sobre papel.
Representa la unión de la mencionada Hermandad con la orden de Hermanos Menores u orden franciscana. Podemos distinguir tres partes.
La central, donde se encuentra el escudo de la cofradía y el abrazo franciscano, símbolo inequívoco de la familia franciscana. Representa esta parte la estrecha relación entre la Hermandad franciscana con la orden.
En la parte superior preside el abrazo de san Francisco con Jesús crucificado, aspiración central y culmen a la que aspiran todos y cada uno de los miembros de la Hermandad y de la orden, abrazar la Pasión de Cristo.
En la parte inferior una cinta con el lema: " IESUS SALUTIS - REGES ORDINIS SANCTIS FRANCISCI - MARIA ESTELLAE" (Jesús de la Salud - Reyes de la orden franciscana- María de la Estrella) la cual pone en manifiesto que Jesús y María son reyes de la orden mendicante como se asegura en la letanía de la corona franciscana "Reina de la familia franciscana".
Todo ello está enmarcado en una cartela con elementos claves del rocalla-rococó como hojarasca, ces y cintas caladas con una asimetría que orienta la vista en el centro y la sube hacia la parte superior, como el destino de cualquier hermano de la corporación como ya he mencionado anteriormente.

martes, 26 de marzo de 2013

Lágrimas

"Con todo el dolor del mundo..."
No se oye más. Las trabajaderas lloran desconsoladamente. El resto de la comitiva, aparentemente, mantiene el tipo. Pero todos sabemos lo que ocurre. Un engaño revestido de terciopelo y sarga como el barroco.
Se abren la puertas. Poco a poco se vierten los vasos, unos con más capacidad que otros.
El pueblo ve a Dios sentenciado a muerte. Ese Dios que es nuestra madre que tantos esfuerzos hace por nosotros. Ese Dios que es nuestro padre que nos educó lo mejor posible. Ese Dios que es nuestro hermano, nuestra hermana que nos ha acompañado siempre. Ese Dios que es nuestra abuela, nuestro abuelo que tantos momentos tiernos vivimos junto a ellos. Ese Dios que se queda en casa.
"Inexplicable, hay que vivirlo"
Quién sabe por qué decidió quedarse. Quizás para cobijarnos a todos en su casa. Quizás porque sabe que quien lo necesita lo tiene bajo sus pies o en delante suya. Quizás para quedarse con quien más le quiere y no oír críticas envidiosas. Quizás fue porque quería probar si esta familia suya es fuerte en todo momento
¿Quién lo sabe?
"¡Viva el Señor de la Salud!"
Las madres lloran pero son fuertes y consuelan a esa hija que no ha podido llevar a su Señor por su ciudad o a ese monaguillo que era la primera vez que salía y no pudo ser. ¿Quién consuela mejor que una madre? Nadie. Por eso necesitamos su consuelo.
Estrella, ven pronto que nos puedas consolar del sofocón de ver cómo todo un año se diluye en agua.

martes, 19 de marzo de 2013

El postigo

La historia que voy a tratar en esta entrada es cómo, en mi infancia, me imaginaba una una coplilla que me contaba mi abuela. Ahí va:

Angelito joven e infantil. Sin saber qué es el miedo un postigo abrí. Humo y luz aparecieron. Un ventanal abierto con un sol resplandeciente oculto por incienso que con los rayos se volvía rosado. María estaba sentada delante del ventanal en un pollo de cantería. A Jesús en el regazo sostenía. Este muerto y ensangretado con paño blanco. María, túnica de cielo y un "manto encarnado que le ha manchado su hijo con la sangre del costado". Qué sería aquello. Extraño pero calmado. Una imagen que en la vida he olvidado.

Rosario de granates

Quisiera, Señora, ser rosa de tu rosario. Dar muestra del espectáculo de tu hermosura.
Quisiera, Reina, ser pétalo de la flor de tu pecho. Pregonar al viento tu virginidad.
Quisiera, Maestra, ser hilo de oro de tu manto. Escribir tu vida para que nunca te olviden.
Quisiera, Madre, ser querubín de tu peana. Portarte con la fuerza de mi vida.
Quisiera, María, ser rayo de tu corona. Iluminar al mundo con tu ejemplo.
Quisiera, Madre del Mundo, dormir bajo tu manto, portar tu rosal en mis manos, besar tus plantas, adornarte de flor e ilumimar tu cara. Si pudiera algo de esto, Vida mía, en morir por ti no dudaría.

sábado, 16 de marzo de 2013

Ritual

Cada año igual, siempre lo mismo en las mismas fechas y a monótono ritmo.
Después de una noche en la que apenas se descansa de vivir emociones y pasiones, las campanas del reloj suenan despejando el último resquicio de Morfeo.
Primer día de mujeres llendo aprisa a la iglesia porque no se dieron cuenta del sonido de las carracas. Carracas que, simulando una lluvia infernal de granizos, sustituyen las oxidadas campanas y al rajado esquilón.
Ave María. Comienza la abuela a rezar sola mientras pela y corta las judías para el guiso. Siempre lo mismo.
Ese es el único día en que la matrona de la familia revive uno de los momentos que siempre estaban presentes en sus tardes de juventud. Coge el rosario que compró a un misionero que visitó el pueblo y empieza a pasar las cuentas. La familia pasa un escalón. Los nietos, sentados en las sillas, siguen el rezo con temblores en las piernas.
La tía y la madre abren los baúles del doble. Se encuentran todo descolocado, ya antes algún duende se habría probado la túnica en secreto.
Comienzan a planchar, con gran dificultad, metros y metros de sarga morada, blanca, negra y granate.
Los nietos y sobrinos están todos jugando a ver quién le da más fuerte a la pared con el balón o cómo la comba remueve los chinatos del suelo.
Cae el palio de la noche. Nerviosismos se apoderan de la casa como si de bandoleros fueran.
Primero los niños. Mete el brazo por la manga, súbete la túnica un poco con el cordón. Túneles de tela morada que parecen no tener salida o ser la salida demasiado larga y estrecha como para poder sacar la cabeza.
Sentaditos todos en aquellas sillas con el hondón de paja desentrelazada por el gato y con los pies colgando sin tocar el suelo.
Los padres y los tíos, algunos con túnicas y capas largas y otros de traje, cogen de la mano a los duendecillos de la familia. Tienen que estar temprano para coger el sitio en la fila de personajes con las mitras de los condenados por sus pecados.
Algunas de las mujeres de la familia acompañan a sus maridos y hermanos en tan anónima caracterización. Otras siguen en casa preparando con detalle y mucha paciencia los trajes enlutados, zapatos vertiginosos y velos españoles bordados a mano por agujas con solera. Con el rosario de carbón en la mano enlutada, como todo el conjunto, se disponen a andar con verdadera habilidad circense por el empedrado.
La abuela se asoma al balcón vestido de grana y oro al sentir los primeros temblores del terremoto apocalíptico. Pasan cirios apagados de colores litúrgicos portando velones que moquean quedando el pavimento con lunares.
Nadie conoce a nadie salvo la abuela que con sólo verlos andar sabe quién es su nieto, su hijo o la hermana de la vecina, Trini la "panaera".
Con la saeta al cantar. Todos los años igual. Manuel se sube al balcón a rezar. Sombras y luces pasan, se cuelan por las nubes de incienso y llegan a los ojos de la abuela. Ojos que ya no ven. Siempre lo mismo. Lloros y desconsuelos, la Semana personificada en mujer. Discreta, conservadora, bella, entrada en años. Salve Regina. Suenan las visagras de la iglesia. Otro año más.