Pestañas

domingo, 9 de febrero de 2014

Las ideas claras

Nunca sé muy bien cómo empezar. Pero sé qué finalidad quiero conseguir con esta entrada: que el cofrade cacereño sea cada vez más crítico.
Ya en la sociedad cofrade cacereña, en constante crecimiento, se empieza a volver a vislumbrar una nueva generación crítica y con ganas de reformar esta tradición que hemos heredado. Hay quienes incorporan nuevos estilos a nuestras hermandades, quienes pretenden difundir nuestra Semana Mayor o aquellos que meten vida a las Cofradías y las convierten en Hermandades, pues vuelvo a insistir: una cofradía no es una hermandad, la hermandad es el conjunto de hermanos que lo son todo el año y la cofradía es el que llega con la túnica cada Día Santo y saca el paso que le toca.
Esto último los más jóvenes quieren hacérselo ver a los mayores que se dan de entendidos (en ocasiones sólo aparentemente) de la historia y tradición de la Semana Santa cacereña.
Si bien el espíritu reformador del que os hablo no está muy claro. Hay quienes creen que debe consistir en originalidad llegando al punto de ser estridentes y de mal gusto las ideas "originales" que bien podrían acabar en un museo de la famosa Lady Gaga. Los hay también que piensan que lo nuestro no es bueno y se fijan en otros lugares perdiendo nuestras señas de identidad sólo por el ansia de envidiar lo de fuera. Si bien este fenómeno se ha dado siempre no sólo en Cáceres sino en toda España, hay que saber qué línea es la que separa lo que es bueno para nuestras hermandades y qué hace que perdamos nuestra seña de identidad. Desde mi punto de vista creo que se distinguen dos tipos de cofrades en este sentido, el sevillano que se emociona con Tres Caídas o con el revirar de la Macarena y el medieval que pretende cambiar terciopelos bordados por saco y velones en forma de cucurucho o el angelito patrocinado por Roso o Pirámide.
Si bien no creo que sea bueno ni uno ni el otro, pienso que la virtud está en el medio, en la Soledad con manto bordado y bajo palio y una esquila anunciando el Entierro fúnebre de Jesús por los adarves.
Tristeza me da ver imágenes antiguas donde los estandartes estaban bordados con gusto y María vestida de reina o hebrea con arte. Sin embargo ahora se opta por bordados industriales, centros florales más propios de la boda de Rihana que de un paso de Semana Santa y velas apagadas compradas la tarde anterior en el bazar Rafa y Nieves.
Otro aspecto que las nuevas generaciones tienen claro que debe ser erradicado es la rivalidad entre corporaciones, se supone que todos somos hermanos en Jesús y no odiarnos por que el tuyo sea de un determinado gremio y el mío de un pasaje del vía crucis. Esto sólo genera más problemas a los que ya existen.
Y es este el principal problema de nuestra Semana Santa, una Hermandad sólo origina quebraderos de cabeza, protocolarios, económicos y ya no hablamos de los internos de la DesUnión cofrade. Una hermandad debería asegurar el disfrute de los hermanos en Semana Santa, ver a su imagen querida como si hubiera bajado del Cielo y vivir todo el año bajo el mandato más importante que nos dejó Jesús en el triduo pascual: amarnos los unos a los otros.
Si bien espero que dentro de poco, tanto jóvenes y sus inquietudes como mayores y su sabiduría trabajen bajo una misma dirección, engrandecer nuestra Semana Santa, no sólo para gozo del turista sino para gloria de Dios.