Dorados cabellos
más brillantes
que el Sol
enaltecen
a tan pequeño
señor.
Argénticas
extremidades
plegadas
comforman
la menuda imagen.
Querubí eres
y Querubí nacistes
como demuestran
tus ojos grises.
¿Pero por qué
tus ojos
están tristes?
Porque tu amado
te ha dejado
la vasija
donde murió.
Consuelo no existe
para el pobre
Querubí, que
llora y llora
y su lágrima
no se agota.
Deja ya de llorar
que la paloma blanca
acaba ya de volar
y la tinaja
ya la ha roto
en silencioso
estallar,
en estruendo
de armónico
cantar.
Sal Querubí
que tu amado
y su madre
te están
esperando allí.
Sal deprisa
Querubí
y ten a mano
el candil
pues en la noche
del Sábado Santo
tu amado
regresa a ti.
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martes, 14 de febrero de 2012
viernes, 12 de agosto de 2011
Eucaristía
Las velas se gastan,
las flores se marchitan,
Las capas ondean al viento.
En el centro
el trigo y el fruto del sarmiento,
sostenidos con pena
por una mirada serena.
Alrededor
doce, con temor,
y en el medio
un dorado cordero
con un hermoso crucero.
las flores se marchitan,
Las capas ondean al viento.
En el centro
el trigo y el fruto del sarmiento,
sostenidos con pena
por una mirada serena.
Alrededor
doce, con temor,
y en el medio
un dorado cordero
con un hermoso crucero.
lunes, 1 de agosto de 2011
A la Esperanza
Las campanas empiezan a tocar,
las horquillas golpean el suelo,
las mantillas empiezan a desfilar;
se vislumbran luceros.
Las cornetas comienzan a sonar,
prenden y bailan los flecos
y de repente;
la Esperanza aparece como una reina,
como una madre.
Los claveles aromatizan,
El incienso se eleva
Y la Madre Santa
Llora con triste pena,
La triste marcha
Del Varón de Dolores.
Se balancean los varales
Al son de los tambores.
Las velas se consumen
Como la vida,
El movimiento del palio
La hace más bonita.
las horquillas golpean el suelo,
las mantillas empiezan a desfilar;
se vislumbran luceros.
Las cornetas comienzan a sonar,
prenden y bailan los flecos
y de repente;
la Esperanza aparece como una reina,
como una madre.
Los claveles aromatizan,
El incienso se eleva
Y la Madre Santa
Llora con triste pena,
La triste marcha
Del Varón de Dolores.
Se balancean los varales
Al son de los tambores.
Las velas se consumen
Como la vida,
El movimiento del palio
La hace más bonita.
viernes, 29 de julio de 2011
Las tres rejas
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y le dice a éste:
-Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…
-¡Espera! – le interrumpió el filósofo-. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?- preguntó el discípulo.
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario.
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces- dijo el sabio sonriendo-, si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
-Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…
-¡Espera! – le interrumpió el filósofo-. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?- preguntó el discípulo.
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario.
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces- dijo el sabio sonriendo-, si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.
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