Las tres rejas

El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa y le dice a éste:
-Maestro, un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…
-¡Espera! – le interrumpió el filósofo-. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Las tres rejas?- preguntó el discípulo.
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguien?
-No, en realidad no. Al contrario.
-¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-A decir verdad, no.
-Entonces- dijo el sabio sonriendo-, si no es verdad, ni bueno ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

Nuestro Padre Jesús de la Salud en su Injusta Sentencia.

AL SEÑOR DE LA SALUD
Destacan, en la noche
de tu mirada,
dos gotas salidas del azabache,
que iluminan tu cara.

Judíos cabellos húmedos
de sangre derramada
por tejidos de espinos,
de manzana.

Rítmicos andares cacereños
bajo noche estrellada.
Nubes de incienso olorosos
chocan con la túnica morada.

Vibran las piedras
bajo mis pies,
mientras pasas
mis
heridas quedan sanadas.

Cantad tambores,
arrodillaos criaturas,
que la Salud viene de las Alturas.

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Juan A. P.